El zumo de naranja no cayó por accidente.
Eso fue lo primero que pensé cuando sentí el líquido frío empaparme el regazo, los documentos y el maletín electrónico a mis pies.
Me llamo Elena Vargas, tengo sesenta y dos años, y en ese momento estaba sentada en el asiento 3A de un vuelo Madrid–Bruselas. Vestía un traje de tweed gris, discreto, y repasaba un dossier oficial mientras esperaba el despegue. Nada en mí parecía digno de atención. Y, sin embargo, lo fui.
Todo comenzó con una petición simple.
—¿Podría traerme un vaso de agua, por favor?
La jefa de cabina, Victoria Salas, se detuvo frente a mí con una sonrisa rígida. Era una mujer impecable, segura de su dominio sobre la cabina de primera clase.
—El servicio completo empezará en altura de crucero —respondió, colocándome un vaso de zumo de naranja en la mano como si zanjara el asunto.
—He pedido agua —repetí con calma.
Noté las miradas incómodas de otros pasajeros: ejecutivos, abogados, hombres acostumbrados a no esperar. Para ellos, yo era una molestia menor.
Victoria no respondió. En cambio, inclinó el vaso.
El zumo se derramó lentamente, empapando mi ropa, el dossier sellado y el maletín que contenía equipos sensibles. Hubo murmullos. Algún suspiro fingido.
—¡Oh, lo siento muchísimo! —dijo con una dulzura falsa, lanzando unas servilletas inútiles—. Debería tener más cuidado.
No levanté la voz. No me levanté del asiento.
Presioné el botón de llamada.
Cuando Victoria regresó, ya sin máscara de cortesía, hablé con absoluta serenidad:
—Necesito hablar con el capitán. Ahora.
Ella sonrió, convencida de haber ganado.
—Puede presentar una queja cuando aterricemos.
Entonces abrí el maletín empapado, saqué lentamente una credencial oficial aún visible pese al zumo, y la dejé sobre la mesa.
—Señorita —dije—, le sugiero que no despegue este avión todavía.
El silencio fue total.
Victoria frunció el ceño… sin saber que acababa de humillar a la única persona en esa cabina con autoridad para dejar en tierra un avión valorado en millones de euros.
¿Qué contenían realmente esos documentos… y por qué el capitán palidecería al ver mi acreditación en la Parte 2?